En los últimos años, el nearshoring ha sido anunciado como esa oportunidad que aparece sólo una vez cada generación.
Hace apenas unos meses, en abril de 2024, Gabriela Siller, directora de Análisis Económico de Banco Base, argumentaba que México está aprovechando menos del 10% de las inversiones asociadas a la relocalización de industrias en América del Norte.
Lo cierto es que son varios los datos que refuerzan esta aseveración. Las expectativas han sido que México se vea beneficiado por una mayor inversión, aumento del empleo de alta calidad y por supuesto, crecimiento económico sólido y sostenido, está de sobra decir que por el momento esto no está sucediendo.
Los especialistas en los primeros 7 meses del año se han venido ajustando a la baja, el optimismo de principios de año que sugería

Los datos más recientes de la Inversión Extranjera Directa (IED) sugieren una mala calidad de las inversiones realizadas en el primer trimestre del año.
Según datos de la Secretaría de Economía, de un total de 20.3 mil millones de dólares de inversión registrada, sólo 0.6 mil millones de dólares (menos de 3% del total) son nuevas
inversiones, el resto son principalmente reinversión de utilidades. Es decir, no están en la palestra nuevos proyectos productivos significativos que sugieran que en el mediano y largo plazo habrá dividendos.
En los últimos dos años, la industria manufacturera ha mostrado cada mes crecimientos a la baja, justo en agosto de 2022 se registró un crecimiento de 8.8%, posterior a ello, cada registro ha ido en declive hasta encontrar valores negativos desde agosto de 2023, el más reciente del orden de -0.9% en junio de 2024.

Se hace evidente que México requiere un ajuste estratégico urgente en cuanto a políticas públicas se refiere para aprovechar el nearshoring. Quizás el cambio de gobierno, si bien, no parece estar acompañado de una óptica diferente en cuanto a crecimiento y desarrollo económico, es posible que pudiera estar asociado a la búsqueda de mejores condiciones para el aprovechamiento del nearshoring. Se requieren mejoras significativas en seguridad, infraestructura, energía, atracción y promoción de nuevas inversiones, búsqueda de inversionistas en todo el mundo, pero al mismo tiempo una labor fuerte de defensoría, válgase la expresión, de la industria nacional.
Habrá que ver cómo se resuelve la Reforma Judicial, que en palabras del Presidente López Obrador ha puesto en pausa las relaciones diplomáticas con Estados Unidos y Canadá, algo que tampoco abona a las expectativas. Como siempre, son muchas las variables y aristas, abordarlas todas resulta casi imposible, sin embargo, estamos buscando constantemente ofrecer a nuestros socios y lectores un panorama sobre este y otros temas de interés para el sector intermodal.
Pese a todo, ¡Viva México!
Estamos en vísperas de las fiestas patrias de septiembre, pronto veremos sombreros, moños, trenzas, huipiles, sarapes (dicho sea de paso, no todo “made in Mexico”), adornando los edificios en los diferentes centros urbanos de todo el país. Luces tricolores por doquier, veremos el rostro de aquellos héroes que nos dieron patria e independencia, de aquellos hombres y mujeres que dieron la vida por nuestra libertad, por nuestros derechos, por un futuro mejor.
Todo esto nos lleva a la reflexión, ¿qué significa ser mexicana o mexicano? La más simple de las definiciones está en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en el Artículo 30, que a la letra dice que “La nacionalidad mexicana se adquiere por nacimiento o por naturalización.”
Sin embargo, y aunque la Constitución tiene justo este espíritu conciliador y unificador, ser mexicano es mucho más que la nacionalidad, mucho más que este cúmulo de derechos y obligaciones establecidos en la Ley.
México es historia y cultura, pero también identidad, y basta un breve repaso para darnos cuenta que, no hay una única historia, mucho menos hay una sola cultura ni identidad.
Según datos de INEGI, más de 120 millones de mujeres y hombres formamos parte de este grupo de personas que nos definimos como mexicanos, 6.2% son personas que hablan una lengua indígena, 5.1% con personas con discapacidad, cerca de 75% de religión católica. Vamos, que a todas luces, definitivamente no somos todos iguales, como tampoco sucede en ningún otro país.
El gran Juan Rulfo, en su texto “México y los mexicanos” identifica cómo el mestizaje fue el gran intento ideológico de resolver todas las diferencias étnicas, económicas, regionales y demás. En este sentido, la falacia de que en México somos mestizos y con ello prácticamente se resuelve cualquier duda de lo que somos, no sólo se hace burda, sino que minimiza el crisol que es nuestra identidad e historia.
Nuestro país, visto como un territorio, se formó históricamente y de manera administrativa como un concepto casi superficial, en el que habitaban grupos de personas tan diferentes como pudieran ser los turcos y los germanos, sólo por poner un ejemplo, con idiomas, aspectos ideológicos, religiosos y hasta ADN completamente diferentes, que por un “accidente” ahora formaron parte de un mismo país e identidad, que al “independizarse” asumió como nombre el de la Capital.
Por un lado, hoy en México están quienes se perciben como mestizos, provenientes de un linaje americano y europeo, pero también están quienes después de 500 años
continúan siendo completamente indígenas, en algunos casos con fuertes lazos culturales a sus territorios de origen e historia y por otro, aquellos que se han aculturizado, que por razones casi completamente económicas han migrado hacia las ciudades e incluso fuera del país, perdiendo en el proceso buena parte de sus tradiciones y raíces, pero vamos, con todo y esto, siguen siendo mexicanos y así se perciben.
Como escribió Rulfo, “México es un país nuevo y antiquísimo.” Hace apenas 4 años celebramos con gran júbilo el bicentenario de la Independencia de México y, sin embargo, los primeros vestigios de civilizaciones avanzadas como los Olmecas tienen hasta 5 mil años, aunque habría que decir que los primeros pobladores en el territorio mexicano pueden tener entre 12 mil y 13 mil años.
Ser mexicano debiera ser mucho más que simples hijos de Cortez y de la Malinche, mucho más que indígenas o hablantes de la lengua castellana. De hecho, quizás es que los mexicanos (aún sin saber lo que realmente somos) no queremos ser nada de eso.
Parafraseando a Octavio Paz, no queremos ser “hijos de la chingada”, no queremos ser indios, no queremos ser sometidos, pero tampoco nos identificamos como hijos de los conquistadores y en muchos casos, no nos sentimos con el orgullo suficiente de aceptar que somos una mezcla única, que somos de una identidad multivariada, dividida, con fantasmas y terribles horrores compartidos, pero también con un futuro promisorio esperando a que como mexicanos nos identifiquemos para poder empujar hacia el mismo rumbo.
Con frecuencia el mexicano es como el Indeseable, de José Emilio Pacheco,
No me deja pasar el guardia.
He traspasado el límite de edad.
Provengo de un país que ya no existe.
Mis papeles no están en orden.
Me falta un sello.
Necesito otra firma.
No hablo el idioma.
No tengo cuenta en el banco.
Reprobé el examen de admisión.
Cancelaron mi puesto en la gran fábrica.
Me desemplearon hoy y para siempre.
Carezco por completo de influencias.
Llevo aquí en este mundo largo tiempo.
Y nuestros amos dicen que ya es hora de callarme y hundirme en la basura.
Pero también México puede ser esa Suave Patria, de Ramón López Velarde y quizás también ese pronóstico halagüeño de ser de un país de primer mundo en el mediano y largo plazo.
Ser mexicano es un concepto complejo, quizás hasta único para cada habitante de este país. La identidad va desde ser miembro de una comunidad hasta autopercibirse como ciudadano del mundo.
Es cierto, México sigue siendo aquel de “Los olvidados” de Buñuel, pero también es de mujeres y hombres emprendedores, empresarios, empleados, amas de casa, consumidores, personas que proponen, músicos, poetas, intelectuales, ingenieros, deportistas, nuevas generaciones con sentido social, humano, ecológico, consciencia política y deseos de salir adelante.
El mexicanismo se ha ido trabajando poco a poco, integrándose desde la educación, desde la óptica de la política dominante postrevolucionaria, pero también desde el enfoque de los medios de comunicación como la Televisión, el Radio y más recientemente las redes sociales.
Más allá del simplismo de conceptos como “aztecas” o “raza de bronce”, los mexicanos y mexicanas somos personas que ciertamente aún buscamos una identidad que nos enorgullezca y ennoblezca, pero que estamos generando cada día todos esos elementos de cohesión y atracción.
México y sus habitantes podemos tener un futuro promisorio, pero hay grandes retos por resolver, la educación, la igualdad de oportunidades, seguridad, empleo, entre varios otros más, pero no es imposible, en la historia de la humanidad varias naciones se han erguido como triunfadoras en diferentes momentos, de acuerdo con los valores culturales temporales, no hay razón suficiente para pensar que nuestro país no tenga elementos para garantizar un mejor provenir.
Es cierto, el México actual tiene grandes áreas de oportunidad, pero también es cierto que hay grandes fortalezas que deben aprovecharse. Sí, como decía Jose Alfredo, “descendiente de Cuauhtémoc, mexicano por fortuna”, pero también hijas e hijos de madres y padres mexicanos, indígenas, criollos, españoles, con historias tan terribles como hermosas. Eso somos, somos producto de ese pasado que a veces queremos olvidar, pero de cara a un futuro próspero.
Pese a todo, con mucho orgullo, ¡Viva México!
Industria manufacturera en Estados Unidos pierde ritmo
Los datos más recientes de la Federal Reserve Bank, revelan que el Producto Interno Bruto de la Industria Manufacturera en Estados Unidos se desaceleró en el primer trimestre de 2024. Si bien, a tasa anual tuvo un aumento de 5%, respecto del trimestre anterior la caída fue de 0.7%, y gráficamente es posible apreciar que el crecimiento del sector es cada vez menor.

Como una variable proxy, que puede permitirnos acercarnos hacia los datos del segundo trimestre, hemos consultado las órdenes de compra del sector hasta el mes de junio de 2024. Hacia el mes de junio de 2024, el total de la órdenes de compra del sector registró 564.1 millones de dólares, esto es -3.6% respecto del mismo mes en 2023.
Lo que llama la atención es que desde enero de 2023 a la fecha el crecimiento promedio anual ha sido del orden de 0.5%, y junio de 2024 es el segundo mes en el año en el que se registran variaciones negativas, el otro fue enero con -2.3%.
La expectativa sobre una ralentización de la industria manufacturera estadounidense es también negativa para la industria exportadora mexicana, que podría ver menores niveles de crecimiento hacia la segunda mitad del año, lo que a su vez impactaría en otros eslabones de la cadena, como la cadena logística y comercial.

Estamos constantemente monitoreando ésta y otras variables, con la finalidad de ofrecer información oportuna a nuestros lectores. Estaremos verificando y validando los posibles efectos de posibles contracciones en el sector en los meses siguiente, cruzando variables relevantes para este análisis.